miércoles

Los pies del gigante

Recuerdo pocos cuentos infantiles.

Recuerdo, sobre todo, uno terrorífico que me contaron en la escuela siendo muy pequeña.

Trataba sobre un gigante muy grande que vivía en un país muy pequeño, el gigante no era malo, pero al ser tan grande no podía evitar destruir todo lo que tuviera cerca. Las casas, los árboles, la gente, todo lo que estaba cerca de aquel ser acababa roto, pisoteado, destruido. Y, claro, el gigante se sentía muy solo.

Hasta que apareció una princesita y el gigante se enamoró y, después de que él consiguiera rescatarla de unos hombres muy malos ella también se enamoró y entonces el gigante tomó un tamaño normal.
Yo no entendía nada. ¿Por que adquirió un tamaño normal? ¿Cómo lo hizo? ¿Por qué la princesita no se hizo gigante? Años después pensé en si el que lo escribió quería dar una explicación freudiana y todo aquello tenía que ver con el sexo o algo así.

Creo que, a pesar de todo, yo misma hubiera soñado con ser aquella princesita de no ser por las ilustraciones del libro.

En la última página, cuando la princesa y el gigante, ahora de estatura normal, se alejaban de espaldas al lector con sus galas de recién casados, uno de los pies del gigante levantado, dejaba ver la suela y, pegados a esta, aún podían verse pequeños cuerpecitos, los cadáveres minúsculos de las personas que un día fueron pisoteadas y que habían menguado junto al gigante.

Nazaré Lascano Cuentos de Parque Chas 


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