lunes

La suerte es como un pez

El gordo Ricci siempre se quejaba de que nunca tenía suerte. Muchas veces nos reíamos a su costa, imitando su forma de hablar
"¡Che, nunca tengo suerte, nunca tengo suerte!".

Lupe era la que más se reía "Porque le tengo aprecio a ese cagón". A veces se negaba a ir con los chicos si él estaba presente "Ese boludo tiene que sacar los pies de la mierda de una vez".

Una tarde lo invitó a su casa, eran Las teorías sobre la vida de la Lupe que consistían básicamente en hacer lo contrario de lo que se esperaba de ella. Me lo contó todo, que el gordo tenía una barriga enorme y una minga pequeña. 

Ricci se presentó en casa de Lupe con una tarta de manzana que había hecho él mismo al horno y Lupe, en vez de darle las gracias le tuvo haciendo faenas toda la tarde. "Me daba rabia, pero también era morboso tenerlo rondando por casa, yo ordenándole y él obedeciéndome como un sirviente ". 

Lupe le ordenó que bajara al bar a por un café para acompañar la tarta y le pidió que se lo sirviera todo mientras ella se daba un baño de espuma. "Quería hacerle un regalo, que viera que no tiene mala suerte, pero al verme se puso tan nervioso que tiró al suelo el vaso de café y quedó todo pegajoso". 

Aquella tarde se produjo un incendio en casa del gordo Ricci, mientras él estaba limpiándose las manchas de café con leche, con la ayuda de Lupe, a sus viejos se los llevaba una ambulancia intoxicados por el humo del horno que Ricci se dejó encendido.

Nazaré Lascano, Cuentos de Parque Chas

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