Precisamente porque estaban enfermos y no salían de casa escribían
mucho. Si comparamos las aportaciones a la filosofía ilustrada del Kant
que nunca salió de Königsberg y el Casanova que estaba siempre de
parranda obtendremos un ejemplo bastante eficaz.
J.J. Muñoz Rengel, Artículo de Pablo Bujalance, Diario de Sevilla 18/05/2012